PRESERVAR
LA INFRAESTRUCTURA
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UNA
RESPONSABILIDAD COLECTIVA
Kashyapa A. S. Yapa (Ponencia al I Simposio Internacional El Niño 1997-98, SEMSIR, Guayaquil, Ecuador, Nov. 1998)
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La
interrupción casi total de las vías de comunicación en el Litoral
ecuatoriano durante el fenómeno de El Niño 1997-98 y las consecuentes
fallas en los servicios alimenticios, sanitarios y de salud, causaron
enormes sufrimientos en la población; igual ocurrió con el terremoto de
Canoa, entre los edificios más destrozados en la ciudad de Bahía de Caráquez,
se encontraron la estación de bomberos y el hospital, debilitando la
prestación de socorro al pueblo. Es
imprescindible el buen funcionamiento de la infraestructura básica frente
a un fenómeno natural como: inundación, sequía, sismo, fuego, etc.,
especialmente si se prevé la ocurrencia del mismo durante la vida
expectante de la obra. La
interrupción de los servicios básicos no solo causa estragos durante una
emergencia, sino también prolonga el período de emergencia y hace más
penosa y costosa la recuperación de la zona afectada. En
este análisis, se considera quienes son los responsables en la hora de
preservar las obras de infraestructura y cuales son las responsabilidades
de cada uno de estos protagonistas. Las
obras públicas también deben ser más relacionadas con las necesidades y
capacidades de la comunidad a la cual prestan sus servicios.
Así, la última parte del análisis se dedica a delinear las
características fundamentales para buscar un acercamiento entre la
sociedad y las obras públicas. LA
IMPORTANCIA DE OBRAS DE INFRAESTRUCTURA |
En el campo de producción, son vitales las obras de riego, drenaje, centros de almacenamiento, etc. Para asegurar una vida social ordenada, necesitamos instituciones estables del gobierno, y en situaciones de emergencia, instituciones de fuerzas de seguridad pública, como de policía, bomberos y defensa civil. En el nivel regional y nacional, las instalaciones de transporte, campos de producción energética, redes de coordinación y comunicación son sumamente importantes. |
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Puentes de emergencia |
La falta de algún servicio público, por un tiempo corto, no será muy crítica para una familia, porque se puede compartirlo entre sus vecinos sin mayor inconveniencia. Si la falta se extiende por una zona amplia y coincide con el desabastecimiento de otros servicios, como ocurre bajo inundaciones, sismos, deslizamientos, etc., las inconveniencias no se suman sino se multiplican, porque se dificulta encontrar soluciones alternativas. Por ejemplo, las inundaciones causadas por el fenómeno de El Niño de 1997-98 dañaron muchas vías de comunicación y aislaron poblaciones enteras por semanas seguidas, haciendo escasear las oportunidades de trabajo, los alimentos y medicinas. Muchas veces, los sistemas de agua potable y de alcantarillado también fallaron con las inundaciones y se agravó la situación sanitaria. En la población de Calceta, provincia de Manabí, el hospital fue una de las instalaciones que se inundó primero y el pueblo no tenia donde acudir para buscar socorro (EL UNIVERSO, 1998). La fuerte lluvia que cayó en Guayaquil, en 25 de marzo de 1997, no sólo inundó las calles de toda la ciudad sino también cortó casi todas las comunicaciones telefónicas, que originó un caos total en las labores de prestación de ayuda de parte de las autoridades. |
El
sismo del 4 de agosto de 1998, destruyó gran parte del hospital de Bahía
de Caráquez, que obligó a ubicar a los pacientes en campamentos
temporales. Se volvió catastrófica la situación sanitaria de esta
ciudad, que desde el inicio del fenómeno de El Niño, estaba sufriendo de
la falta del sistema de agua potable y de las vías de comunicación.
La prolongada falta de agua potable y vías de acceso, es una de
las razones principales que impide recuperación económica de este
hermoso balneario turístico. |
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¿QUIENES
SON LOS RESPONSABLES? En general, los políticos buscan réditos electorales inmediatos, más que solucionar problemas a largo plazo. La ciudad de Guayaquil siempre sufre por la dificultad de evacuar sus aguas negras, principalmente porque el sistema actual no es suficiente: desde hace tres décadas ha pasado su vida útil (EMAG, 1995). Sabiendo la existencia del problema que se agrava cada invierno, y teniendo soluciones técnicas viables, los políticos que dirigían la ciudad han hecho caso omiso y no se han esforzado a fortalecer la entidad encargada del sistema para poder ampliarlo, como reclama el actual alcalde de la ciudad (HOY, 1998c). Estos mismos dirigentes políticos, durante décadas, han promovido asentamientos en las zonas anegables de la ciudad, muchas veces en condiciones infrahumanas, aprovechando electoralmente la creciente demanda para viviendas. En consecuencia, gran parte de los drenajes pluviales de Guayaquil, actualmente están bloqueadas y rellenadas para viviendas, causando inundaciones en toda la zona, aún bajo lluvias ligeras (ECAPAG, 1997). |
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Igualmente riesgosas son las viviendas precarias, construidas en las colinas de Mapasingue y Bastión Popular, por ejemplo, de la misma ciudad, porque siempre están bajo la amenaza de deslizamientos. En estos casos, el público, esto es, los mismos humildes habitantes, también comparten la culpa, aunque ellos se convierten en víctimas muchas veces. La pobreza no les exculpa de involucrarse en el crimen de tapar los drenajes, y causar inundaciones y deslizamientos, destruyendo los bienes de todos. |
Por los daños que sufrieron las carreteras por las lluvias fuertes de 1997-98, tenían la gran parte de la responsabilidad los técnicos, quienes diseñaron y construyeron las mismas. Uno de los puentes que sufrió daños, el puente sobre río Zapotal, en la vía Guayaquil-Salinas, tenía antecedentes similares en el fenómeno de El Niño de 1982-83 y sus predecesores, como explican los ingenieros Marín y Silva (1985). Había recomendaciones técnicas para reubicarlo y construirlo mejor (Lara, 1998), pero los técnicos de la entidad encargada aparentemente se doblegaron a las tentaciones de buscar economías inmediatas. |
Los técnicos también deben responder por la destrucción de la mayor parte de los caminos vecinales en la costa ecuatoriana, que perjudica principalmente los pueblos pequeños. Allí, también, es la economía inmediata que domina el diseño, como explica el Ing. Maza (1983): “No entiendo por qué a los ingenieros de caminos les preocupa que los caminos aparentemente sean más costosos. A ellos les preocupa demasiado el costo inicial, pero al ser el costo inicial muy reducido, están gastando muchísimo más dinero en reparaciones a lo largo de la vida útil del camino”. |
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Otra de las fallas graves en los diseños de las carreteras es la poca importancia que presta a las investigaciones geológicas y geotécnicas previa el diseño, que se evidencia claramente en la autopista Cuenca-Molleturo-Naranjal (Yapa, 1998a), la cual todavía se mantiene cerrada por los derrumbes ocurridos. Las fiscalizaciones de las obras también son muy inadecuadas, a veces por falta de capacidad técnica, como demuestran las fallas de la vía Perimetral de Guayaquil en los sectores del Cerro Azul y de la Isla Trinitaria (Yapa, 1998a), y otras veces por la falta de responsabilidad moral, como demuestran las obras sociales mal hechas en la ciudad de Esmeraldas (HOY, 1998b). La falta de monitoreo y mantenimiento, por los técnicos del PETROECUADOR, al sistema de oleoducto transecuatoriano es una de las causas principales para las continuas derrames del crudo de este año, en Esmeraldas y en Papallacta, aunque la culpa siempre le echan a los fenómenos naturales (HOY, 1998a). Desgraciadamente, las entidades técnicas encargadas de operar las obras de infraestructura, quieren deslindarse de responsabilidades cuando ocurren fallas en la operación y pierden la credibilidad ante el público, como demuestra el caso de las inundaciones ocurridas aguas abajo de la presa Daule-Peripa (EXPRESO, 1998). Es un deber cuidar y mantener las obras de infraestructura. La sociedad civil también juega un rol activo aquí. Las vías de comunicación, especialmente sus puentes y alcantarillas, podrían estar diseñadas bajo criterios razonables del uso del suelo en las cuencas de drenaje, sin embargo, los propios usuarios de los terrenos, como los agricultores, los madereros, los camaroneros, etc., alteran estas condiciones drásticamente, con resultados nefastos para las obras. La erosión causada por la tala de bosques aguas arriba, y la consecuente alta carga de sedimentos en los esteros y ríos, tiene la mayor culpa en la gran cantidad de daños ocurridos en los puentes y alcantarillas de las vías de la península de Santa Elena. |
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En algunos sectores, como en el río Javita, las piscinas camaroneras, que eliminan los mangles y amurallan los esteros con sus diques, también han contribuido a los daños (Yapa, 1998a). Las lluvias de 1997-98 causaron fuertes inundaciones que afectaron a las escuelas y otras obras de infraestructura en el cantón Santa Rosa, provincia de El Oro; la construcción de bananeras y camaroneras en las vegas de los esteros, en las últimas décadas, tienen injerencia directa en los daños y secuelas, porque delimita la planicie de inundación (Argudo, 1998). |
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Antes
de pedir a la sociedad que sea responsable con las obras públicas, las
obras mismas deben ser “responsables” con esta sociedad; esto es, que
sean equitativas con la población más necesitada, que cumplan con las
necesidades de la mayoría, y que sean firmes y seguros contra las
calamidades. Se lo lograría
si las obras que introducen en la sociedad impulsarán un desarrollo más
humanístico y sostenible, sin correr ciegamente tras la tecnología de
punta, por ejemplo. Sin
embargo, en el contexto económico moderno, el término “desarrollo”
se ha tomado un rumbo contradictorio a la sostenibilidad, porque se
inclina hacía el empleo de cambios tecnológicos como un fin en sí, no
como un medio para mejorar la vida humana (Yapa, 1998b).
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Una
sociedad donde todavía se conserva la equidad, el consenso y el respeto a
la naturaleza, es el mundo indígena, y sus prácticas agrícolas
milenarias lo reflejan claramente (Brownrigg, 1986).
Estas prácticas, que aún persisten y los vestigios de las obras públicas
prehispánicas, nos enseñan las características que deben poseer las
obras de desarrollo, para que sean verdaderamente sostenibles (Yapa,
1998b), y las mismas serán resumidas a continuación.
1)
Los diseños de las obras deben permitir el uso máximo de los
recursos locales, no sólo materiales, sino también la mano de obra y las
tecnologías locales. Así,
la comunidad podrá asociar estrechamente con las obras y las valorará más. 2)
La solución que provee la obra para el problema inicial debe ser
equitativa, y sin repercusiones negativas a un sector a largo plazo. Si no, se originarían conflictos y divisiones entre la
comunidad, que no ayudarían en nada por el cuidado de la obra. 3)
El diseño de la obra debe encontrar una forma de convivir con la
naturaleza, en vez de tratar a “conquistarla”, lo cual significa
respetar la sabiduría local, sus experiencias y observaciones.
Por ejemplo, en vez de tratar de elevar una vía, junto con su
costo, para evitar una inundación que vendría una vez cada diez años,
podría diseñarla permitiendo su inundación a la hora de la creciente,
pero construyéndola sólidamente para que la recuperación de la vía sea
rápida y no costosa. 4)
Las obras deben estar diseñadas para que sean operadas y
mantenidas por los mismos usuarios, y así, rendir frutos a largo plazo.
El paternalismo de cualquier forma, nunca es sostenible porque
aumenta la vulnerabilidad de las obras frente los fenómenos naturales. Cuando
una obra pública logra un acercamiento con la sociedad, la comunidad la
aprecia y la ve como una parte de su patrimonio colectivo.
Entonces, la tarea de preservarla no sería una tarea ajena, sino
algo integrada a la vida cotidiana. Consecuentemente,
las entidades gubernamentales, especialmente, los técnicos encargados de
elaborar proyectos de obras públicas, deben dejar al lado el paternalismo
y la imposición del “desarrollo” a las comunidades, más bien deben
buscar mecanismos para crear obras que sean compatibles con las
necesidades de la población local. BIBLIOGRAFÍA Argudo,
Jaime (1998) "Guía para la mitigación de los riesgos por
inundación en escuelas" Ponencia en Primera Jornada Técnica
sobre La Devastación Causada por el Fenómeno de El Niño y la
Reconstrucción, Universidad de Guayaquil, julio. Brownrigg,
Leslie Ann (1986) “Al futuro desde la experiencia – los
pueblos indígenas y el manejo del medio ambiente”, Abya-Yala,
Quito. EMAG
-Empresa Municipal de Alcantarillado de Guayaquil (1995) "Reseña
histórica", Boletín informativo, septiembre, Guayaquil. ECAPAG
-Empresa Cantonal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil
(1997) "Tan sólo 6400 hectáreas de Guayaquil cuentan con un
sistema de alcantarillado", Boletín Informativo, marzo 31,
Guayaquil. EL
UNIVERSO (1998) “Once veces se ha inundado el hospital González
de Calceta”, Guayaquil, mayo 30, EL PAIS, p. 9. EXPRESO
(1998) "CEDEGE admite responsabilidad en el 15% de las
inundaciones", Guayaquil, abril 07, p. 8. Herboso
A., Enrique (1985) “Comportamiento de cortes y rellenos en la
costa durante el período 1982-83” en Simposio sobre Riesgos por
Inundaciones, SEMSIR, Guayaquil, febrero, pp.157-159. HOY
(1998a) "Petroecuador con el cascabel?" Revista Blanco y
Negro, Quito, julio 19, pp. 1C-4C. HOY
(1998b) "Opus interinum", Revista Blanco y Negro, Quito,
julio 26, pp. 1C-4C. HOY
(1998c) "No soy tan malo como parezco. Soy peor: LFC",
Quito, octubre 09, pp. 6A-7A. Lara
M., Othon (1998) “Propuestas para el diseño de puentes basada
en los datos registrados durante el fenómeno de El Niño
1982-83” presentada en Primera Jornada Técnica sobre La
Devastación Causada por el Fenómeno de El Niño y la
Reconstrucción, Universidad de Guayaquil, julio. Marín
Nieto, Luis & Silva Sánchez, Alfredo (1985) “Hacía un código
nacional de diseño y construcción” en Simposio sobre Riesgos
por Inundaciones, SEMSIR, Guayaquil, febrero, pp.105-122. Maza
A., José Antonio (1983) “Reunión de expertos – control de
inundaciones” en Simposio Internacional: Modernas Orientaciones
sobre los Problemas de Planificación y Administración de los
Recursos Hídricos, EPN, Quito, marzo, vol. II, pp. 1105-1124. Nuñez
P., Iván (1985) “Cortes y rellenos, carreteras, urbanizaciones,
presas, obras hidráulicas y canales” en Simposio sobre Riesgos
por Inundaciones, SEMSIR, Guayaquil, febrero, pp.235-243. Yapa,
Kashyapa A.S. (1998a) “El Niño, las carreteras y la
responsabilidad social del ingeniero”, SIGMA, Revista del
Colegio de Ingenieros Civiles de Pichincha, Quito, septiembre, en
prensa. Yapa, Kashyapa A.S. (1998b) “Desarrollo sostenible: una práctica milenaria, ¿en peligro de extinción? Experiencias en la ingeniería de obras públicas”, Ponencia al V Congreso Nacional de Ciencias, ESPOL, Guayaquil, octubre. Mándeme sus comentarios por email si desea comenzar un dialogo. Gracias. Escríbame |